Promocionar sin aburrir. ¿Es posible?

Los más veteranos en esto de los libros (y alguno más joven gracias a Youtube) recordarán a Francisco Umbral y su clásico «Yo he venido aquí a hablar de mi libro».

A veces, esa es precisamente la sensación que uno tiene cuando se mueve por las principales redes sociales (Facebook, Twitter) utilizadas por escritores publicados. Un mensaje tras otro, casi sin excepción, se resumen con esa misma frase, y en ocasiones definen todo el contenido de la biografía (Facebook) o el «Timeline» (Twitter) de los usuarios escritores. Día tras día, y en algunos casos hora tras hora, se suceden los mensajes de auto promoción.

¿Es lícito? Por supuesto que sí. ¿Contraproducente? A veces.

Todo escritor, y más en el caso de los auto publicados, debe invertir una ingente cantidad de su tiempo, a menos que sea uno de esos tan consagrados que venden sin esfuerzo, en promocionarse, tanto a sí mismo como a sus obras. Esto es normal y lo que la gran mayoría de editoriales independiente, sino todas, esperan. Toda editorial agradece que sus autores sean personas comprometidas con sus obras y que arrimen el hombro cuando es necesario, pero todo debe tener una medida. Y el baremo de esa medida debe ser siempre le calidad del contenido compartido.

Aunque tu novela aporte una gran calidad o una nueva perspectiva innovadora y sorprendente a tal o cual tema, la calidad de lo que compartes se va diluyendo a medida que tu público objetivo (los lectores, no te olvides nunca de ellos) ven que todo lo que compartes gira en torno a lo mismo: tu propia promoción. Antes o después el lector que te sigue en Facebook o Twitter acabará cansado de leer siempre lo mismo sobre tus novelas y tus aportes, valga la redundancia, dejarán de aportarle información útil. Por eso, es imperativo e imprescindible saber combinar la promoción con otros contenidos de calidad. Muchas veces hace mayor labor de promoción de tus obras (todas a la vez) el hecho de publicar un micro relato en tu blog o un relato en una revista, online o en papel, que contar las bondades de tu novela o por qué todo el mundo debería leerla. Si en un pequeño relato o en un artículo de blog, como este que comparto ahora, eres capaz de mostrar que tienes algo interesante que contar, es más probable que los lectores se acerquen a tu obra que si su acercamiento es ver un día tras otro tus peticiones (por no decir lloros) para que compren tus «maravillosas obras». Y ni qué decir tiene que deshacerse en epítetos hacia la obra propia sólo puede generar cierta desconfianza. Mención aparte merecen aquellos que se atreven incluso a enviar mensajes privados a todos sus contactos pidiendo que compren su nuevo libro. Consecuencia directa de estos mensajes: usuario bloqueado. Si un lector quiere comprar tu libro, deja que lo descubra por sí mismo o de una forma más o menos «indirecta», bien porque lo lea en tu biografía o en un grupo de Facebook, en uno de tus tuits o en tu web, pero nunca uses técnicas de vendedor puerta a puerta, de los que metían un pie entre la puerta y el marco para que la señora de la casa no pudiera cerrarles en las narices.

Es difícil evitar caer en la mera repetición, que inexorablemente llevará al aburrimiento de los lectores, excepto, quizá, a los que ya hayas logrado fidelizar. Si un lector está convencido de que tus obras le aportan lo que busca en una novela, ensayo lo que sea que escribas, no tendrá problemas en ver tus mensajes de auto bombo y los aceptará, pero el objetivo de un escritor, excepto igual un puñado de auto editados que sólo querían ver su gran obra en papel, es conseguir nuevos lectores, que se aburrirán fácilmente si ven en ti a un pesado antes de hacerse con una de tus obras. Esto no quiere decir que no puedas repetir mensajes de vez en cuando, o que no puedas escribir el mismo tuit una vez por semana, pero lo que no debes hacer es mandar el mismo mensaje cada día. El primer día tendrá su efectividad, pero la perderá rápidamente.

Entonces, ¿qué podemos considerar contenido de calidad? Esto es muy discutible, y hay opiniones para todos los gustos, pero hay una máxima que es innegable: si tienes un objetivo, tus contenidos deben servir a este. Un error muy común entre escritores es tener una única cuenta de Twitter (sí, se pueden tener varias) y mezclar en ella contenidos personales y profesionales, como si eso les hiciera más cercanos. Es un error porque mientras en una cuenta personal tiene cabida todo pensamiento, trascendente o intrascendente, en una cuenta profesional no se debe empezar el día con un «El Sol brilla y los pájaros cantan bajo mi ventana. Buenos días a todos», para luego anunciar que estarás firmando libros en tal feria o librería. Y peor es ya el caso de aquellos que intercalan su promoción, o detalles de la obra que están escribiendo con mensajes de corte religioso como los conocidos «Comenta con un amén si te sientes Amado por Dios». Salvo que se trate de un autor que escribe ensayos sobre teología ese tipo de comentarios sobran. Porque, ¿de verdad necesitas que tus lectores conozcan tus opiniones religiosas cuando tú lo que escribes es fantasía épica? De igual modo que sólo alguien que escriba ensayo político debería verter en sus redes sociales opiniones sobre tal o cual partido, las elecciones en Grecia o el corte de pelo de Pablo Iglesias.

Por otra parte, no se deben olvidar los contenidos dirigidos a lectores, pero tampoco hay que olvidar a los escritores. Otro error muy común es el pensar que mostrar tu admiración por otro escritor de tu generación es un error o va a restar a tus ventas, cuando puede ser una de las mejores formas de auto promoción, siempre y cuando sea algo sincero y no suene a peloteo barato. Como diría tío Ben, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». El poder de una mención en Twitter puede ser muy grande en las manos y momento adecuados. Pero de la misma forma, mencionar por sistema y sin criterio a todos los autores de tu país que estén por encima de ti en la lista de los más vendido puede ser contraproducente. En cambio, si eres capaz de mantener una sincera relación con un puñado de autores afines a ti, y tienes también la suerte de contar entre ellos con alguno que tenga ya un cierto éxito, tienes una gran arma a tu disposición. Mencionar en una red social a uno de esos autores y comentarle lo mucho que te ha gustado su último libro puede ayudarte indirectamente as ti, cuando dicho autor te mencione de vuelta o reenvíe (en el caso de Twitter) tu mensaje a sus seguidores. Es muy posible que alguno de esos seguidores acabe siendo seguidor tuyo, y la bola de nieve se vaya haciendo más y más grande. No diré como otros que vayas a conseguir miles de seguidores en un mes, pero si sabes hacerlo bien conseguirás aumentar tu visibilidad y tu público objetivo de una manera constante y, más importante, de calidad. Porque lo que quieres son seguidores «de calidad», de los que no sólo leen lo que escribes y se interesan por lo que haces, sino que además incluso lo comparten con el resto de la red.

Recuerdo una frase que, paradójicamente, no recuerdo si es de una película, serie de televisión o libro, pero que me parece muy significativa: «si quieres hacer algo, toda decisión que tomes desde este momento debe estar encaminada a ello». Esto significa que si quieres escribir, publicar y llegar a los lectores, debes esforzarte en ello. Como decían en otra vieja serie de televisión «la fama cuesta». No ayuda mucho el hecho de que la mayoría tengamos qie ejercer otra profesión que es la que en principio pone las alubias en el plato o el dinero para el recibo de la hipoteca, pero en la medida de lo posible hay que intentarlo siempre que se pueda. Aprovechar los ratos libres para escribir en tu blog un artículo con el que crear tu contenido de calidad y en el cual des pistas a otros para conseguir el suyo es una forma de hacerlo.

A promocionarse todos.

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