Conclusiones de una presentación

El pasado martes día 22 tuvo lugar en Bilbao la presentación de mi última novela «¿Quién dijo miedo?» y ahora quiero publicar en este blog mío las conclusiones que saco de dicha presentación:

– Bilbao mola (por algo me vio nacer) pero no es el lugar ideal para una presentación. A todos nos gusta tener una presentación en nuestra ciudad, cerca de casa e incluso de gentes que puede conocernos sin saber que escribimos (aunque existe el peligro de eso que dicen sobre que nadie es profeta en su tierra). Pero seamos serios y realistas: en una ciudad pequeña la afluencia a una presentación, salvo que seas un escritor consagrado a nivel nacional y mentado hasta la saciedad, es mínima. Y además, no se da ese fenómeno que sí experimenta el escritor consagrado, cuando se ve que la mayoría de asistentes van ya con el libro leído y comentado. Conclusión: hay que ir a Madrid o a Barcelona. Cuando la mayoría de agentes culturales de este país (escritores, editoriales, agentes, correctores, etc.) están en esas ciudades (sobre todo Barcelona) está clara la conclusión.

– Alguno bueno debo de estar haciendo cuando quien me presentaba, un escritor con un amplio bagaje de novelas negras y policíacas a sus espaldas, y más de un premio literario, afirmó que esta novela y la anterior, que también ha leído, le habían gustado mucho. Eso compensa en parte el chasco de la presentación un tanto «desangelada», y me reafirma en la primera conclusión, pensando que una presentación en una ciudad más grande podría darme más visibilidad.

– Otro dato positivo: incluso en ciudad pequeña y con autor relativamente desconocido, es positivo y anima el ver que todavía se acerca a las presentación gente que no sabía nada de ti antes de la misma, e incluso gente que quiere hablar de ella en su blog o su página de Facebook. No es lo mismo que tener una entrada en radio, prensa escrita o televisión, pero es algo. Eso sí, al menos el anuncio de la presentación salió en un pequeño diario gratuito de bastante tirada. Al menos una buena parte de la gente con la que coincido por las mañanas en el metro lo va leyendo.

– Tengo que seguir ampliando mi red en (valga la redundancia) las redes sociales, porque eso funciona. Desde hace cerca de un mes, he centrado mi estrategia en Twitter, que llega a más gente que Facebook u otras redes similares, y no sólo he logrado casi triplicar mi número de seguidores, sino que empiezo a ver un alto porcentaje de seguidores de calidad, entre editoriales, algún agente literario, y muchas personas dedicadas, bien desde Twitter, bien desde un blog o red social, a promover la cultura en España. Y por descontado, esto sólo se consigue creando contenidos de calidad, relevantes y no siendo un Paco Umbral (yo he venido aquí a hablar de mi libro). Todo esto daría para un artículo completo que tal vez escriba más adelante.

Y como colofón a estas palabras, quiero incluir aquí un pequeño extracto de las palabras que Javier Abasolo, amigo y gran escritor de novela negra y policíaca de Bilbao utilizó para presentar mi novela. Al final de ester extracto encontraréis un enlace al blog de Javier, «Nadie es inocente», donde tuvo a bien reproducir íntegra su intervención.

«Tenemos, por tanto, una buena historia. Tenemos, también, unos personajes sólidos, creíbles. Y tenemos un autor que ha sabido ensamblar historia y personajes y darles forma en una novela titulada “¿Quién dijo miedo?”. Ahora sólo falta que ustedes la lean y disfruten con ella tanto como he disfrutado yo»

http://elblogdeabasolo.blogspot.com.es/2015/09/quien-dijo-miedo-jorge-urreta-texto-de.html

Novena reseña de «¿Quién dijo miedo?»

Hoy se ha publicado la que es la novena reseña de «¿Quién dijo miedo?», con lo que se posiciona, todavía a falta de alguna reseña más, a sólo dos de su predecesora «El año de la hortaliza». En este caso la reseña se ha publicado en el blog «El tempo de la lectura».

Tras la publicación de esta reseña, quiero parar a hacer una pequeña reflexión, ahora que ha pasado algo más de un año desde la publicación de «El año de la hortaliza» y justo un año desde que estuve en la I Jornada «El autor en el nuevo mundo de la edición» que organizó la Asociación de Escritores de Euskadi, a la que pertenezco. Mañana tendrá lugar la segunda edición, a la que también acudiré, y quiero echar un vistazo hacia atrás. ¿Qué ha cambiado en un año?

– Tengo una novela nueva. Esto en sí mismo no es una diferencia propiamente dicha, pero ha llevado a otras cosas.

– He entablado contacto con mucha más gente, tanto escritores como lectores, gracias a lo que aprendí en la jornada a cuya segunda edición iré mañana, como a mi mayor presencia en redes sociales (Twitter sobre todo últimamente). Por cosas como esa, podré contar el martes 22 como maestro de ceremonias en la presentación con nada menos que Javier Abasolo, un escritor al que leía desde hacer tiempo y al que me atreví a agregar y hablar en una red social. Eso también ha conseguido que en menos tiempo «¿Quién dijo miedo?» tenga casi las mismas reseñas que «El año de la hortaliza»

– Estoy en muchas más librerías. Así como «Decisiones» y «El año de la hortaliza» están en menos puntos de venta, a pesar de que son novelas que personalmente me encantan, esta última tiene una distribución de la cual no me puedo quejar, gracias a la editorial, los contactos que he hecho y a (espero) mi evolución positiva.

– He firmado ejemplares de una novela mía en una feria del libro, algo que antes no hubiera imaginado, y me sentí muy bien, aunque los primeros minutos estaba muy nervioso.

– He tenido unas pequeñas incursiones en prensa escrita y radio, y voy logrando contactos de prensa que espero me puedan venir muy bien.

¿Qué he perdido en este año? Horas de sueño, escribiendo aquí, escribiendo y corrigiendo novelas, promocionando, estando en redes sociales, buscando reseñas, entrevistas, etc, etc. Por razones como estas, uno de mis objetivos a corto/medio plazo es tratar (otra vez) de llamar la atención de algún agente literario que alivie mi carga de trabajo y me permita dormir una o dos hora más cada noche.

¿Y cómo espero estar dentro de un año? Como mínimo hablando de otra novela a publicar o ya publicada y, si es posible, con ese agente literario que haga la vida un poco más fácil

Como todas las reseñas de «¿Quién dijo miedo?» la nueva está dentro de la página Opiniones de «¿Quién dijo miedo?» en esta misma web.

Ah, y seguid atentos a esta web, mis periles de Facebook y Twitter y el bueno de San Google, porque en un tiempo más o menos cercano, se publicarán también dos reseñas de «Decisiones», que vuelve a la carga después de un tiempo parada en ese aspecto.

Y os espero a todos (los que podáis, claro) el martes 22 en la presentación de «¿Quién dijo miedo?» en Bilbao, en la librería Elkar de Licenciado Poza 14. Más información aquí.

Empezamos semana con reseña de «¿Quién dijo miedo?»

Nueva reseña de «¿Quién dijo miedo?» publicada en el blog literario «Vidas de tinta y papel».

Ya sólo quedan ocho días para la presentación de la novela en Bilbao, y estas reseñas sirven para aumentar el interés en torno a la novela

Esta opinión, como todas las anteriores, y las que vengan después, la tenéis dentro de la página Opiniones de «¿Quién dijo miedo?» en esta misma web.

Y por otro lado, quedan sólo dos días para la elección de finalistas del premio de novela de Amazon, en el cual participa mi novela Venganza

Promocionar sin aburrir. ¿Es posible?

Los más veteranos en esto de los libros (y alguno más joven gracias a Youtube) recordarán a Francisco Umbral y su clásico «Yo he venido aquí a hablar de mi libro».

A veces, esa es precisamente la sensación que uno tiene cuando se mueve por las principales redes sociales (Facebook, Twitter) utilizadas por escritores publicados. Un mensaje tras otro, casi sin excepción, se resumen con esa misma frase, y en ocasiones definen todo el contenido de la biografía (Facebook) o el «Timeline» (Twitter) de los usuarios escritores. Día tras día, y en algunos casos hora tras hora, se suceden los mensajes de auto promoción.

¿Es lícito? Por supuesto que sí. ¿Contraproducente? A veces.

Todo escritor, y más en el caso de los auto publicados, debe invertir una ingente cantidad de su tiempo, a menos que sea uno de esos tan consagrados que venden sin esfuerzo, en promocionarse, tanto a sí mismo como a sus obras. Esto es normal y lo que la gran mayoría de editoriales independiente, sino todas, esperan. Toda editorial agradece que sus autores sean personas comprometidas con sus obras y que arrimen el hombro cuando es necesario, pero todo debe tener una medida. Y el baremo de esa medida debe ser siempre le calidad del contenido compartido.

Aunque tu novela aporte una gran calidad o una nueva perspectiva innovadora y sorprendente a tal o cual tema, la calidad de lo que compartes se va diluyendo a medida que tu público objetivo (los lectores, no te olvides nunca de ellos) ven que todo lo que compartes gira en torno a lo mismo: tu propia promoción. Antes o después el lector que te sigue en Facebook o Twitter acabará cansado de leer siempre lo mismo sobre tus novelas y tus aportes, valga la redundancia, dejarán de aportarle información útil. Por eso, es imperativo e imprescindible saber combinar la promoción con otros contenidos de calidad. Muchas veces hace mayor labor de promoción de tus obras (todas a la vez) el hecho de publicar un micro relato en tu blog o un relato en una revista, online o en papel, que contar las bondades de tu novela o por qué todo el mundo debería leerla. Si en un pequeño relato o en un artículo de blog, como este que comparto ahora, eres capaz de mostrar que tienes algo interesante que contar, es más probable que los lectores se acerquen a tu obra que si su acercamiento es ver un día tras otro tus peticiones (por no decir lloros) para que compren tus «maravillosas obras». Y ni qué decir tiene que deshacerse en epítetos hacia la obra propia sólo puede generar cierta desconfianza. Mención aparte merecen aquellos que se atreven incluso a enviar mensajes privados a todos sus contactos pidiendo que compren su nuevo libro. Consecuencia directa de estos mensajes: usuario bloqueado. Si un lector quiere comprar tu libro, deja que lo descubra por sí mismo o de una forma más o menos «indirecta», bien porque lo lea en tu biografía o en un grupo de Facebook, en uno de tus tuits o en tu web, pero nunca uses técnicas de vendedor puerta a puerta, de los que metían un pie entre la puerta y el marco para que la señora de la casa no pudiera cerrarles en las narices.

Es difícil evitar caer en la mera repetición, que inexorablemente llevará al aburrimiento de los lectores, excepto, quizá, a los que ya hayas logrado fidelizar. Si un lector está convencido de que tus obras le aportan lo que busca en una novela, ensayo lo que sea que escribas, no tendrá problemas en ver tus mensajes de auto bombo y los aceptará, pero el objetivo de un escritor, excepto igual un puñado de auto editados que sólo querían ver su gran obra en papel, es conseguir nuevos lectores, que se aburrirán fácilmente si ven en ti a un pesado antes de hacerse con una de tus obras. Esto no quiere decir que no puedas repetir mensajes de vez en cuando, o que no puedas escribir el mismo tuit una vez por semana, pero lo que no debes hacer es mandar el mismo mensaje cada día. El primer día tendrá su efectividad, pero la perderá rápidamente.

Entonces, ¿qué podemos considerar contenido de calidad? Esto es muy discutible, y hay opiniones para todos los gustos, pero hay una máxima que es innegable: si tienes un objetivo, tus contenidos deben servir a este. Un error muy común entre escritores es tener una única cuenta de Twitter (sí, se pueden tener varias) y mezclar en ella contenidos personales y profesionales, como si eso les hiciera más cercanos. Es un error porque mientras en una cuenta personal tiene cabida todo pensamiento, trascendente o intrascendente, en una cuenta profesional no se debe empezar el día con un «El Sol brilla y los pájaros cantan bajo mi ventana. Buenos días a todos», para luego anunciar que estarás firmando libros en tal feria o librería. Y peor es ya el caso de aquellos que intercalan su promoción, o detalles de la obra que están escribiendo con mensajes de corte religioso como los conocidos «Comenta con un amén si te sientes Amado por Dios». Salvo que se trate de un autor que escribe ensayos sobre teología ese tipo de comentarios sobran. Porque, ¿de verdad necesitas que tus lectores conozcan tus opiniones religiosas cuando tú lo que escribes es fantasía épica? De igual modo que sólo alguien que escriba ensayo político debería verter en sus redes sociales opiniones sobre tal o cual partido, las elecciones en Grecia o el corte de pelo de Pablo Iglesias.

Por otra parte, no se deben olvidar los contenidos dirigidos a lectores, pero tampoco hay que olvidar a los escritores. Otro error muy común es el pensar que mostrar tu admiración por otro escritor de tu generación es un error o va a restar a tus ventas, cuando puede ser una de las mejores formas de auto promoción, siempre y cuando sea algo sincero y no suene a peloteo barato. Como diría tío Ben, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». El poder de una mención en Twitter puede ser muy grande en las manos y momento adecuados. Pero de la misma forma, mencionar por sistema y sin criterio a todos los autores de tu país que estén por encima de ti en la lista de los más vendido puede ser contraproducente. En cambio, si eres capaz de mantener una sincera relación con un puñado de autores afines a ti, y tienes también la suerte de contar entre ellos con alguno que tenga ya un cierto éxito, tienes una gran arma a tu disposición. Mencionar en una red social a uno de esos autores y comentarle lo mucho que te ha gustado su último libro puede ayudarte indirectamente as ti, cuando dicho autor te mencione de vuelta o reenvíe (en el caso de Twitter) tu mensaje a sus seguidores. Es muy posible que alguno de esos seguidores acabe siendo seguidor tuyo, y la bola de nieve se vaya haciendo más y más grande. No diré como otros que vayas a conseguir miles de seguidores en un mes, pero si sabes hacerlo bien conseguirás aumentar tu visibilidad y tu público objetivo de una manera constante y, más importante, de calidad. Porque lo que quieres son seguidores «de calidad», de los que no sólo leen lo que escribes y se interesan por lo que haces, sino que además incluso lo comparten con el resto de la red.

Recuerdo una frase que, paradójicamente, no recuerdo si es de una película, serie de televisión o libro, pero que me parece muy significativa: «si quieres hacer algo, toda decisión que tomes desde este momento debe estar encaminada a ello». Esto significa que si quieres escribir, publicar y llegar a los lectores, debes esforzarte en ello. Como decían en otra vieja serie de televisión «la fama cuesta». No ayuda mucho el hecho de que la mayoría tengamos qie ejercer otra profesión que es la que en principio pone las alubias en el plato o el dinero para el recibo de la hipoteca, pero en la medida de lo posible hay que intentarlo siempre que se pueda. Aprovechar los ratos libres para escribir en tu blog un artículo con el que crear tu contenido de calidad y en el cual des pistas a otros para conseguir el suyo es una forma de hacerlo.

A promocionarse todos.

Otra nueva reseña de «¿Quién dijo miedo?»

Estamos que tiramos la casa por la venta. Hoy mismo, cuando todavía no se ha cumplido ni una semana desde la última, se ha publicado una nueva reseña de «¿Quién dijo miedo?», en este caso en el blog literario «En tus libros me colê».

Y no penséis que esto ha terminado, puesto que sé que todavía hay varios blogueros que la están leyendo y preparando sus propias reseñas. A lo largo de los próximos días deberían aparecer al menos un par de reseñas, y sé que para le mes que viene tendría que publicarse por lo menos una más.

Esta opinión, como otras anteriores, la tenéis dentro de la página Opiniones de «¿Quién dijo miedo?» en esta misma web.

Y como viene siendo habitual en los últimos tiempos, os recuerdo que mi novela «Venganza», disponible de momento en formato ebook en Amazon, está participando en el 2º premio de novela para autores indies de dicha web. El premio está ya en la fase de selección de los cinco finalistas, cuyas indentidades se darán a conocer alrededor del próximo día 16 de septiembre.

Deseadme suerte.

El arte de la envidia

Recientemente se ha formado un gran revuelo en la red, y lo que no es la red, tras la emisión el pasado domingo, dentro de la programación de AlacantíTv, de la última entrega del programa «La explanada».

En dicho programa se dedicó un largo rato a hablar sobre los «booktubers». Para quien no conozca el fenómeno booktuber, con más arraigo hasta ahora en EEUU y Latinoamérica, estamos hablando de jóvenes, en su mayoría adolescentes, que por medio de blogs y sobre todo Youtube hablan de los libros que leen y comparten sus críticas y reflexiones con todo aquel que quiera entrar en sus vídeos. Esta es la definición simple, puesto que los booktubers hacen más vídeos, como aquellos en los que cuentan qué libros tienen pendientes de leer en ese mes, qué libros han recibido regalados de autores y editoriales, etc.

Hasta aquí todo sería normal, con un programa de televisión dedicado a la literatura que invierte unos minutos en hablar sobre un tema candente dentro de este mundo literario nuestro. Pero la cosa deja de ser normal cuando en un programa que debería limitarse a informar y dejar que sea el espectador quien saque sus conclusiones o decida si quiere o no saber más sobre el tema tratado, la presentadora y la colaboradora que se ha «trabajado» el tema se dedican a criticar, vejar a insultar a los mencionados booktubers.

El programa comienza por criticar el uso mismo de la palabra «booktuber». Bien, podría llegar a entender eso en el marco de una crítica a ciertos anglicismos inventados y esperpénticos que se han visto recientemente, como «printear», «accesar», «spoiler», etc., pero no es de recibo criticar el uso de «booktuber», cuando, además de un juego de palabras, se trata del nombre que ya fue dado al fenómeno en EEUU hace muchos años. Amigos, a estas alturas no vamos a reinventar la rueda, ni debemos hacerlo. Es como si, por poner un ejemplo ridículo, un canal deportivo español quisiera emitir en España las carreras de la Nascar americana y decidiera, porque eso le parece un horrible anglicismo, rebautizarlas en España como «Nascoche». Sí, recurro a la reducción al absurdo, lo sé, pero igual de absurdo me parece quedarse con lo anecdótico del «tuber».

Lejos de quedarse ahí, la presentadora y su colaboradora pasan una media hora larga dejando caer perlas como «Esta chica tiene demasiado tiempo libre», o «Algo no ha funcionado en el sistema educativo» cuando descubren que una joven booktuber publicó su primer libro con solo 12 años. Después siguen con gloriosas intervenciones como «Algo hemos hecho mal nosotras» o «Igual me hago yo mi canal de Youtube». ¿Cómo llamamos a eso? La e con la ene, «en», la uve con la i, «vi», la de con i, «di», la de con la i y con la a, «dia». En resumen: «envidia».

Hacía tiempo que no acudía a un mayor chorreo de mala sangre, inquina y odio gratuitos y me parece increíble que en un país en que se sabe que apenas se lee, haya personas que permitan la emisión de programas de televisión en los que se pone a bajar de un burro a adolescentes que promueven la lectura. No se puede permitir que, desde el desconocimiento y la ignorancia más rancios y rastreros, se pronuncien gratuitamente frases como «toda la literatura juvenil es mierda». No seré yo el que diga que las novelas de Harry Potter sean lo más de lo más en literatura, pero han hecho una cosa que estas mujeres no pueden negar: crear cultura y lectores, y hacer que adolescentes y no tan adolescentes, que no habían cogido un libro en su vida o llevaban tiempo sin leer, se decidieran a dar una oportunidad a la literatura. Seguro que muchos de los que en su día leyeron esas obras no habrán ido a más y se habrán quedado en eso, pero con que sólo un 10% de aquellos lectores que se acercaron con curiosidad y/o miedo a Harry Potter hayan seguido leyendo, tanto si son obras similares como cosas con, supuestamente, más «enjundia», yo me doy por satisfecho y, como escritor, doy las gracias a J. K. Rowling y bato palmas con las orejas.

Me queda el consuelo de que se trata de una cadena de televisión local, con poca o nula audiencia, pero esto no deja de ser un reflejo de una realidad: España, por mucho que nos pese, es un país de envidias y envidiosos. Lejos de alegrarnos por los éxitos o las iniciativas de los demás, preferimos echar mierda sobre estas, y ni siquiera porque sean competidores directos. Todos nos hemos reído o sonreído alguna vez con el «Yo he venido aquí a hablar de mi libro» del ínclito Paco Umbral, pero, y esto lo digo por propia experiencia, ¿qué podemos esperar en un país de zancadilla continua como este? Si el propio escritor no habla de su libro, no habrá otros que lo hagan, mientras exista esa sensación, enquistada en muchos escritores y algunos «agentes culturales», de que hablar bien del libro de otro quitará ventas al tuyo propio. Mientras en este país no se entienda que el fomento de la lectura es en pro del bien común, no habrá manera de avanzar, y España seguirá siendo ese país en el que se publica mucho más de lo que se lee. Claro, por supuesto (conectemos el modo ironía) como dicen las presentadoras de «La explanada»: «tener un libro no tiene mérito, ahora cualquier puede tener un libro». Señoritas (o señoras, no las conozco tanto ni creo que quiera conocerlas), cualquiera puede tener un libro, pero cualquiera no puede escribir un libro que merezca la pena leer. Y de todos modos, mientras sigamos así, echando mierda a los escritores y a los agentes culturales, sean de la edad que sean y usen el medio que usen, no habrá manera de avanzar en dirección alguna.

Desde aquí quiero romper una lanza no sólo en favor de los booktubers, que se lo merecen por lo mucho que leen y por ser capaces de sacar los colores a adultos que van de cultos y no leen ni la décima parte que ellos, sino en favor de todos los agentes culturales de este país, donde el problema no es sólo el IVA cultural, sino esa imagen que personajillos como estas presentadoras proyectan sobre la cultura española, menospreciándola sin siquiera molestarse en conocerla. Me da igual si la novela de X o la película de Y son buenas o malas, siempre que exista la posiblidad de que se produzcan, en libertad y sin recibir críticas de quienes ni han abierto la novela ni han visto la película y, lo que es peor, nunca lo harán, ni esas ni otras.

Defendamos la cultura, leñe.