Los «otros» costes del escritor

Hoy he enviado a la agencia literaria que comenté la semana pasada el manuscrito que me pidieron, y justo cuando he salido de la oficina de Correos, me ha venido una pregunta a la mente: ¿por qué nadie se acuerda de los «otros» costes del escitor?

Cuando hablo de costes, en este caso no me refiero a nada profundo o metafísico, sino al significado más «prosaico» de la palabra. Al salir de Correos, me he dado cuenta de que me había gastado nada más y nada menos que doce euros para encuadernar y enviar un simple manuscrito, costes de papel y tinta de impresora aparte.

No es la primera vez que envío un manuscrito, ni creo que vaya a ser la última, pero hasta el momento, no he visto a nadie que después de rechazar un manuscrito, por la razón que sea, me lo haya devuelto, que muchos parecen darse no cuenta de que, aunque parezcan pequeñas cantidades cada vez, al final nos cuesta un buen dinero enviar manuscritos a toda la gente que nos interesa que los lean. Todos esos agentes literarios y editores que se jactan de que antes fueron escritores noveles como nosotros, ¿acaso no enviaron manuscritos en su día dejándose sus pequeñas cantidades de dinero como todos los demás?

Lo peor de todo es que estamos atrapados. El editor, agente o convocante de un premio pide que se le envíen los manuscritos encuadernados, por lo que al menos eso tendremos que hacerlo. Salvo el que trabaja en una oficina donde hay una de esas encuadernadoras de espiral, que pueda usar cuando no le vean, el resto tenemos que acudir a copisterías donde lo hagan, ya que comprar un aparato de esos, a pesar de no ser muy caros, no es rentable. Una encuadernadora, bien sea de espiral, canutillo o térmica, puede costar desde sólo 60 euros hasta salvajadas como 300, pero luego los consumibles (carpetas términas, anillas, canutillos, etc…) sólo te los venden de 100 en 100 y sólo sirven para una determinada cantidad de páginas, con lo que el día que compras 100 carpetas para 200 páginas estás condenado a enviar sólo manuscritos de 200 páginas o comprar 100 carpetas de 100 páginas el día que el manuscrito sea de sólo 100. Como ya decía, condenados a gastar un buen dinero sólo para enviar algo que no sabemos si van a aceptar.

Ni que decir tiene que considero que el hecho de haber pagado 12 euros para encuadernar y enviar un manuscrito deja bien a las claras que confío en sus posibilidades, aunque no es mi opinión la que al final va a contar.

De todos modos, estoy ilusionado. No estoy enviando el manuscrito por probar, sino que esta vez me lo han solicitado expresamente después de leer un resumen. Como he hecho el envío a última hora de la tarde (casi no llego antes del cierre de Correos), supongo que saldrá mañana, así que si voy a recibir algún tipo de acuse de recibo, debería esperarlo con suerte para este viernes y con algo menos de suerte para comienzos de la semana que viene. Cruzaré tantos dedos como pueda.

Hala, ya me he quedado a gusto. Hasta la próxima.

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